RELACIÓN ENTRE LA RESILIENCIA Y LA CALIDAD
DE VIDA EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS DE CAJAMARCA
Relationship between
Resilience and the Quality
of Life in university students
of Cajamarca
Esthefani Fiorella Chávez-Hinostroza
Universidad Femenina del Sagrado Corazón
https://orcid.org/0000-0002-0583-3867
DOI: https://doi.org/10.33539/avpsicol.2020.v28n1.2112
Esta obra está bajo licencia internacional https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/
Cómo
citar
Resumen
Este estudio tuvo como objetivo
determinar la relación
entre la resiliencia y la calidad
de vida de los estudiantes de una universidad pública en Cajamarca. Se evaluó un grupo de 369 estudiantes de ambos sexos, de diferentes ciclos y pertenecientes a todas
las facultades de la institución. Los
instrumentos de medición fueron la Escala de Resiliencia de Wagnild & Young
y la Escala de Calidad de Vida de
Olson & Barnes. Los resultados muestran una relación significativa directa entre la resiliencia y la calidad
de vida, así como de la resiliencia y las dimensiones de calidad de vida: Hogar y bienestar económico; Amigos, vecindario y comunidad; Vida familiar y familia extensa;
Educación y ocio; Medios de comunicación; Religión
y Salud. Se concluye que la resiliencia es un factor
determinante para lograr
bienestar que redunda
en la calidad de vida
de los estudiantes
coadyuvando a su desarrollo en cada dominio del ciclo vital.
Palabras clave: Resiliencia, calidad
de vida, estudiantes universitarios, adaptabilidad, bienestar
AbstractThis study aimed to determine the relationship between
resilience and the quality of life of students of a public university in Cajamarca. A
group of 369 students of both sexes, of different cycles and belonging to all the faculties of the institution were
evaluated. The measuring instruments were the Resilience Scale of Wagnild
& Young and the Quality
of Life Scale of Olson & Barnes.
The results show a significant direct relationship between resilience and
quality of life, as well as
resilience and the dimensions of quality of life: Home and economic well-being;
Friends, neighborhood and community;
Family life and extended family; Education and leisure; Media; Religion and Health. It is concluded
that resilience is a determining factor for the achievement of well-being which results in the quality
of life of students contributing to their development in each domain of the life cycle.
Keywords: resilience, quality of life, university students, adaptability, well-being
INTRODUCCIÓN
La existencia
humana compromete para cada individuo una suma de circunstancias críticas,
cuyos estresores pueden perturbar la estabilidad psicológica, afectiva y
conductual ante su estado de vida (García- Alandete, 2016; Theis, 2003; Turcaz &
Rubio, 2015). En este contexto un individuo puede adoptar un comportamiento disfuncional
o reaccionar con mayor fuerza para afrontar sus carencias vitales, es decir,
forjar resiliencia (Hu, Zhang, & Wang, 2015; Sambrano, 2011; Yehuda et al.,
2013). La problemática propia de la vida en sociedad repercute negativamente en
una nación en pleno, por lo que el enfoque de resiliencia permite evitar pérdidas
humanas, disminuir el gasto público y desigualdades sociales para combatir la pobreza
a fin de promover el desarrollo social sostenible (Comisión Europea, 2012). Sin
embargo, cada grupo humano asume una función propia para el bienestar colectivo
(Pérez-Escoda, 2013), ¿qué rol cumplen los jóvenes?, ¿pueden los jóvenes desarrollar
resiliencia para mejorar sus condiciones de vida?, ¿hay un vínculo directo
entre la resiliencia y la calidad de vida para el fomento del potencial humano
de esta población en etapa universitaria?
La dinámica
articulada entre la resiliencia y la calidad de vida, se afianza a través del
proceso académico-formativo de los jóvenes en aras de un desenvolvimiento
integral en la vida como contempla la Agenda 2030 de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU, 2015) que considera a la educación de calidad un objetivo
principal para alcanzar sostenibilidad global. En el Perú, el índice de la educación
ajustado por la desigualdad es 0.536 y hay un 20.3% de desigualdad en la
educación, puntuación elevada entre los países de la región; la tasa bruta de matriculación
terciaria en el periodo 2010-2015 es 41%, mientras la participación en la fuerza
de trabajo de varones y mujeres de quince años a más, está dada por un 82.6% y 65.7%
respectivamente, ante un índice de pobreza multidimensional de 0.043 (Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2016) que requiere una
respuesta inmediata. Dichas carencias en materia educativa podrían limitar la superación
de los jóvenes universitarios, condicionando su capacidad de afrontamiento en
la vida y por ende su autorrealización. En consecuencia, amerita fomentar rasgos
pro-resilientes para favorecer su desarrollo personal, así desde el ámbito
educativo facilitar las condiciones básicas de desarrollo humano que los
predispongan a calidad de vida (Fraga, 2015; Pérez-Escoda, 2013; Villasmil, 2010).
En Cajamarca,
solo el 7.8% de la población cuenta con educación superior y los jóvenes de
22-24 años tienen una tasa de conclusión universitaria de 13% (Ministerio de Educación
del Perú, 2017), factores que afectan negativamente la participación económica e
inclusión laboral de los jóvenes, lo cual incrementa las brechas sociales que
los dividen generándoles un ejercicio ciudadano limitado. Por tanto, la
resiliencia constituye una capacidad elemental para lidiar con los riesgos a los
que expone la adversidad y así, consolidar a diversos niveles la calidad de vida
(Seligman & Czikszentmihalyi, 2000), fortaleciendo el proceso educativo de los
estudiantes como un factor clave para el crecimiento social (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE], 2016).
Entre
las teorías que abordan el binomio resiliencia-calidad de vida y su interacción
con el ámbito educativo, Omar, Paris, Uribe, Ameida, & Aguiar (2011) proponen
un modelo de resiliencia que comprende el optimismo, el sentido del humor, la inteligencia
emocional, las emociones positivas y el bienestar subjetivo; el cual sugieren,
permitirá redimensionar las fortalezas de los jóvenes para enfrentar situaciones
complejas que incidan en el enriquecimiento
de su potencial. Por otro lado, Saavedra, Salas, Cornejo, & Morales (2015)
plantean un enfoque de la educación a partir de la calidad de vida para los
estudiantes, el cual contribuya al aprendizaje en una forma de vida orientada
al logro de la felicidad personal; donde la apertura, participación,
flexibilidad y diálogo social dirijan a los jóvenes a su desarrollo en equilibrio
con las capacidades de una sociedad pro- resiliente.
Las investigaciones
internacionales previas sobre el tema en cuestión, reportan que a mayores experiencias
vitales negativas se producirá menos bienestar psicológico personal (r = -.23 a
-52), siendo la resiliencia mediadora entre la relación de ambos (Faircloth, 2017);
que la resiliencia tiene un rol significativo en la determinación de calidad de
vida en general y sus dimensiones (p > 0.001), enfatizando la importancia de
agenciar a los estudiantes de mayor conocimiento en el campo de la resiliencia para
obtener mejor calidad de vida (Bastaminia, Rezaei, Rezaei, & Tazesh, 2016);
asimismo, que los estresores percibidos en la vida académica universitaria incidirán
en menor satisfacción con la vida, pero evocarán más recursos resilientes como estrategia
de gestión del estrés (Cazan & Truta, 2015); se presentan niveles altos de
autoestima, asertividad y motivación al logro, niveles medios de afiliación y una
baja motivación al poder como rasgos que favorecen el desarrollo de resiliencia
en los universitarios para alcanzar calidad de vida (Villasmil, 2013); los estudiantes
universitarios que perciben su calidad de vida como adecuada, evidencian mayores
factores protectores familiares (r = .22, p < 0.01) y sociales (r = .22, p
< 0.01) del potencial resiliente; así también, presentan menores factores de
riesgo personales (r = -.20, p < 0.01), familiares (r = -.20, p < 0.01), y
sociales (r = -.24, p < 0.01) de resiliencia (Mikulic et al., 2011).
En
el Perú, no hay antecedentes sobre la relación específica entre resiliencia y calidad
de vida en la población universitaria; sin embargo, entre los estudios más
representativos, Salazar (2017) señala que la expresión de un comportamiento optimista
pese a la dificultad contribuye a la felicidad en la vida (r =.545, p <
.001); López, Guevara, & Quinteros (2016) indican que la religiosidad se
asocia con la resiliencia influyendo en el bienestar personal (r = .598), mientras
Cáceres & Ccorpuna (2015) refieren que la resiliencia conducirá favorablemente
a superar los estresores académicos para obtener satisfacción individual. En Cajamarca,
tampoco se cuentan con referencias previas sobre el tema en particular, la
investigación de mayor vinculación pertenece a Huamán & Jáuregui (2015) quienes
reportaron que los jóvenes con baja ideación suicida muestran resiliencia en un
nivel moderado en un 67,4%. Es decir, más resiliencia conlleva a menor índice
de ideación suicida para salvaguardar la propia vida manteniéndola en
perspectiva por sobre la adversidad, y por ende acceder a calidad de vida.
Ante
la ausencia de estudios aplicados a la realidad local sobre la vinculación concreta
de actitudes resilientes para alcanzar una calidad de vida positiva en los estudiantes
universitarios como elemento clave en la productividad de un país, surge este trabajo
para contar con un cuerpo teórico específico que guíe futuras intervenciones en
el campo de la psicología positiva para incrementar el desarrollo del capital humano
en la ciudad de Cajamarca.
MÉTODO
Diseño
Esta
investigación tiene un diseño transversal al ser elegida la muestra de estudio y
recabar información de ella solo en un periodo de tiempo determinado (Shaughnessy,
Zechmeister, & Zechmeister, 2012); asimismo, es de tipo descriptivo-correlacional,
porque se identificó y midió dos variables, recopilando información sobre cada
una de ellas para analizar su relación estadística (Baker, 2017).
INSTRUMENTOS
Resiliencia
La resiliencia
fue medida a través de la Escala de Resiliencia de Wagnild & Young (1993).
Evalúa las dimensiones de: Ecuanimidad, Sentirse bien solo, Confianza en sí
mismo, Perseverancia y Satisfacción personal. La escala está compuesta por dos factores:
el Factor I, denominado Competencia personal y el Factor II, denominado Aceptación
de uno mismo y de la vida. Está conformada por 25 ítems que se puntúan en una
escala de 7 puntos, donde 1 es en desacuerdo y un máximo de acuerdo es 7,
mayores puntajes son indicadores de mayor resiliencia. En el Perú, este
instrumento ha sido adaptado por Novella (2002), obteniendo una confiabilidad
de .88 mediante el coeficiente alfa; la correlación item-test mostró que cada
dimensión de la escala es confiable y se determinó que este instrumento mide
apropiadamente el constructo resiliencia como valor absoluto.
Calidad de vida
La calidad de vida fue medida
a través de la Escala de Calidad
de Vida de Olson & Barnes (1982).
Evalúa las dimensiones de: Hogar y bienestar
económico; Amigos, vecindario y comunidad; Vida familiar y familia extensa; Educación y ocio; Medios de comunicación; Religión
y Salud. Está compuesta por 24 ítems
que se puntúan en una escala de 5 puntos,
donde 1 es insatisfecho y un máximo
de satisfacción es 5,
mayores puntajes son indicadores de mayor calidad de vida. En el Perú, este instrumento ha sido adaptado por Grimaldo (2003),
obteniendo una confiabilidad de
.86 mediante el coeficiente alfa; se halló
el 56% de la varianza de
los ítems, un indicador que confirma la estructura
teórica del instrumento; en cuanto al índice
de homogeneidad, todos los ítems obtienen puntajes superiores al margen acceptable, manifestación de la discriminación conjunta de los ítems en
el mismo sentido que el instrumento total.
Ficha sociodemográfica
Este instrumento recopiló
datos de la población en estudio correspondientes a la información de sus condiciones
de vivienda, descriptores económicos, educativos, académicos y algunos aspectos
adicionales para contar con una noción situacional de la muestra en análisis.
Consentimiento informado
Este instrumento permitió brindar alcances
sobre la propuesta, beneficios, costos e incentivos, lineamientos de confidencialidad, uso de la información
obtenida y derechos con los que cuentan al
participar, para proporcionar su autorización como sujetos humanos en investigación.
PARTICIPANTES
La muestra
de estudio estuvo
conformada por
369 estudiantes de la Universidad Nacional de Cajamarca, cuya subpoblación fue
distribuida según un muestreo
probabilístico por conglomerados. Del total
de evaluados, destaca el 61,8% que tenían de 16 a 20 años y el 34,7% de 21 a 25 años; 41,5% eran mujeres y 58,5% eran varones; de la
mayoría, 33,6% tenía un ingreso
monetario familiar de 1000 a 1999 soles y 27,1% un ingreso monetario familiar de 2000 a 2999
soles. Solo el 8,7% autofinanciaba sus estudios y el
84% tenía una motivación académica intrínseca por sobre la extrínseca; todos los estudiantes profesaban una religión y solo 16,3% del total poseía
habilidades diferentes. Se evaluaron al conjunto de facultades considerando una carrera por cada una de ellas y algunos
ciclos por sorteo,
los cuales se detallan a continuación:
Tabla 1
Distribución de estudiantes de una universidad pública de Cajamarca según la facultad,
carrera y ciclos
a los que pertenecieron
|
Facultades
|
Carreras
|
Ciclos
|
Porcentaje
|
|
Ingeniería
|
Ingeniería de Sistemas
|
III, V, VI
|
10,6%
|
|
Medicina Humana
|
Medicina Humana
|
I, V
|
10,3%
|
|
Ciencias Agrarias
|
Ingeniería de Industrias Alimentarias
|
V, IX, X
|
10,3%
|
|
Ciencias de la Salud
|
Enfermería
|
I, IX
|
10%
|
|
Ciencias Económicas,
Contables y Administrativas
|
Contabilidad
|
III, VII,
IX
|
10%
|
|
Ciencias Pecuarias
|
Ingeniería
Zootecnista
|
I, III, IX
|
9,8%
|
|
Ciencias Sociales
|
Turismo y Hotelería
|
III, VI
|
9,8%
|
|
Ciencias Veterinarias
|
Medicina Veterinaria
|
III, VII,
IX,X
|
9,8%
|
|
Derecho y Ciencias Políticas
|
Derecho
|
V, VII
|
9,8%
|
|
Educación
|
Educación
|
II, VII,
IX, X
|
9,8%
|
PROCEDIMIENTO
En primera instancia se
determinó el tema de trabajo
considerando las implicancias teórico- prácticas ya
descritas para atender a una problemática representativa en la psicología; seguidamente se establecieron los fundamentos teóricos que
regirían el estudio y se
seleccionaron las pruebas psicológicas a usar. Luego,
se realizó una adaptación lingüística de la Escala de Resiliencia y de la Escala de Calidad de Vida a la realidad local, así como la
validación de dichos instrumentos por jueces expertos;
ambos procesos evidenciaron que los reactivos
que miden cada uno de los contructos en investigación son apropiados para su evaluación en este contexto.
Posteriormente, se gestionó
el permiso correspondiente con las autoridades pertinentes de la universidad nacional
para la evaluación de los estudiantes; durante
la aplicación de los instrumentos se dio a conocer de qué trataban y el objetivo de cada uno,
monitoreando la tarea y resolviendo
las dudas presentes; cabe señalar que
en principio todos los participantes firmaron el consentimiento informado previamente descrito para cumplir
con los lineamientos de ética
establecidos por la institución de afiliación del presente estudio,
así como la normativa vigente
a nivel nacional e internacional para la investigación
psicológica.
ANÁLISIS DE DATOS
El procesamiento
estadístico de la información recabada
se realizó a través del programa estadístico
IBM SPSS Statistics versión 24. Inicialmente, se calculó la
confiabilidad de los intrumentos aplicados mediante
el coeficiente alfa, siendo para la Escala de
Resiliencia de Wagnild & Young de .842 y para la Escala de Calidad de Vida de Olson &
Barnes de .86. Luego, se evaluó la normalidad de los datos obtenidos por medio de la prueba
Kolmogorov-Smirnov, la cual determinó
la aplicación del coeficiente de correlación
de Pearson al presentarse una distribución normal. Es preciso mencionar que solo se midió la correlación entre
la variable resiliencia como valor absoluto
respecto de la variable calidad
de vida y sus dimensiones debido a que existe mayor información en
comparación de las dimensiones de resiliencia y su relación
con la calidad de vida.
RESULTADOS
En la tabla 2 se puede observar que hay una relación significativa directa
entre la resiliencia
y la calidad de vida (r(369) = ,456; p < .01) de los estudiantes universitarios.
Tabla 2
Correlación entre Resiliencia y Calidad de Vida
|
|
Resiliencia
|
Calidad de
vida
|
|
Correlación de Pearson
|
|
,456**
|
|
Sig. (bilateral)
|
|
,000
|
|
N
|
|
369
|
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
En la tabla 3 se puede observar que hay una relación
significativa directa entre la resiliencia y las dimensiones de calidad de vida: Hogar y bienestar económico (r(369) = ,324; p <
.01); Amigos, vecindario y comunidad (r(369) =
,350; p < .01); Vida familiar y familia extensa (r(369) = ,352; p <
.01); Educación y ocio (r(369) = ,323; p <
.01); Medios de comunicación (r(369) = ,283; p <
.01); Religión (r(369) = ,238; p <
.01) y Salud (r(369)
= ,218; p <
.01) de los estudiantes universitarios.
Tabla 3
Correlación
entre Resiliencia y las dimensiones de Calidad de Vida
|
|
Resiliencia
Correlación de Pearson
|
Sig. (bilateral)
|
|
Hogar y bienestar económico
|
,324**
|
,000
|
|
Amigos, vecindario y comunidad
|
,350**
|
,000
|
|
Vida familiar y familia extensa
|
,352**
|
,000
|
|
Educación y
ocio
|
,323**
|
,000
|
|
Medios de comunicación
|
,283**
|
,000
|
|
Religión
|
,238**
|
,000
|
|
Salud
|
,218**
|
,000
|
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
DISCUSIÓN
La resiliencia contempla
una posición alternativa a los
patrones de afrontamiento tradicionales en el
desarrollo vital de cada individuo, que implica realizar
un juicio crítico de cada experiencia para analizarla y en último término, tomar acción para
superarla. Así, en el ámbito
educativo ser resiliente conlleva asumir responsabilidades
que permitan un buen redimiento académico
y por ende una vida satisfactoria asumiendo
un enfoque personal positivo y de la comunidad, lo cual repercuta en el bienestar de sus
miembros, como en la región Cajamarca
para fortalecer los actuales indicadores de desarrollo humano
considerando a la educación un pilar esencial
que mediante la resiliencia y su asociación con la calidad de vida
contribuya a la mejora de la
comunidad.
Respecto del objetivo general
establecido, se confirma que hay una relación
significativa directa entre la resiliencia y la calidad
de vida de los estudiantes de una universidad pública de
Cajamarca, corroborándose la
hipótesis general. Estudios previos señalan
que la resiliencia constituye un mecanismo dinámico
producto de la interacción persona-contexto
(Pereira, 2007) que promueve resistencias sostenibles ante las crisis
para considerarlas en un sentido
más amplio y
profundo (Asociación Americana de Psicología [APA], 2014) en aras de lograr una reintegración
individual (Yehuda et al., 2013), que permita
la adopción de un comportamiento funcional ante las limitaciones presentes. Puesto que la resiliencia es un rasgo personal cuyos atributos son
inherentes a la expresión
de actitudes de vida positivas
(Connor & Davidson,
2003; Hu et al., 2015; Ong, Bergeman, Bisconti, & Wallace, 2006; Wagnild & Young, 1993), es una función que facilita la recuperación individual para dotar las experiencias de
un caracter más significativo (Harvey & Delfabbro, 2004; Hu et al., 2015; Masten, 2001) y un proceso para
adaptarse activamente conjugando la capacidad de protección y la de reacción para recuperarse frente
a la presión (Fergus & Zimmerman,
2005; Hu et al., 2015; Luthar, Cicchetti, & Becker, 2000).
Por lo tanto, es un concepto
multidimensional determinante para la realización personal, pues en base a la capacidad
para lidiar con las dificultades, se podrá superar con
éxito las barreras y sobreponerse. Así, se relaciona
con la calidad de vida, ya que una persona resiliente logra rehacerse, reaprender y reactivarse, equilibrando las propias demandas con las
del entorno para satisfacer diversos dominios de la vida y dar valor a la existencia (Leipold & Greve citados en Fletcher & Sarkar,
2011; Olson & Barnes, 1982; Unión Europea,
2015); confirmándose estudios previos,
que evidencian que los
individuos resilientes pueden transformar sus
debilidades para cumplir un proyecto de vida positivo más allá de la adversidad (Bastaminia et
al., 2016; Cazan & Truta, 2015;
Faircloth, 2017; González & Artuch,
2014; Mikulic et al., 2011; Salazar, 2017; Villasmil,
2013). La resiliencia respecto a la calidad de vida apertura nuevas rutas para reinventarse y cuestionar lo establecido para
forjar nuevos paradigmas y así, y solo así reconstruirse y crecer como individuo para redefinir la realidad y asumir un
rol activo ante los propios límites,
puesto que si se es resiliente se podrá
lograr una vida con calidad.
Respecto a los objetivos
específicos establecidos, se confirma
que hay una relación significativa directa entre
la resiliencia y las dimensiones de calidad de vida: Hogar y bienestar económico, referida a
la capacidad económica de la familia;
Amigos, vecindario y comunidad, concerniente a la relación
que mantiene el individuo
con el grupo de pares; Vida familiar y familia extensa,
alusiva a la relación de afecto con el grupo de
apoyo primario; Educación y ocio, referente a las oportunidades educativas y recreativas del individuo; Medios de comunicación, concerniente al
grado de satisfacción con dichos
medios de contacto masivo; Religión, relativa
a la vida religiosa que sigue la familia y Salud, alusiva
al nivel de salud en general de todos los miembros del hogar de los estudiantes de una universidad pública de Cajamarca,
corroborándose las hipótesis
específicas; hallazgos discutidos uno a uno a
continuación.
En primer lugar, los jóvenes resilientes se caracterizan por
contar con redes de apoyo familiar (Gómez,
2010) para perseguir un objetivo mutuo, sea tangible o intangible, frente a las vulnerabilidades existentes, tal como el 91,3% de estudiantes evaluados
que reportaron recibir
apoyo externo para financiar sus estudios. Realizan
una toma de decisiones orientada a soluciones efectivas a los problemas (Ballesteros, 2015) en función
de sus prioridades para obtener
los recursos que garanticen un desarrollo de vida adecuado. Asimismo, los jóvenes
resilientes actúan con determinación (Fraga, 2015) para adecuarse y evitar
factores de riesgo como una situación laboral
inactiva, que derive
en sentimientos de minusvalía y en no contar con ingresos económicos
(González- Arratia & Valdez,
2013) para su propio sustento y el de su hogar. Sin embargo, al recibir la asistencia de los demás, como la familia, se cuenta con un
importante factor de protección debido a la incondicionalidad afectiva
expresa que fortalece
la autoeficacia para mantenerse
firmes en cumplir las responsabilidades asumidas
(Calderón, 2016) a fin de lograr bienestar económico para cubrir las necesidades vitales
(PNUD, 2016) y tener una vida
estable en su conjunto desde el medio familiar.
En segundo lugar, la
resiliencia se aplica a nivel micro y macrosocial cuando el apoyo de los pares y del estado
que promueve las capacidades de sus miembros
conduce a un autodescubrimiento continuo
sabiendose sostenido (Michaud
citado en Cyrulnik,
2002); asimismo, los factores
sociopolíticos que impulsan la resiliencia
brindan los instrumentos para gestionarla en
beneficio de la comunidad (Notter,
McTavish, & Shamah, 2008), y así
delimitar en positivo los índices de
calidad de vida en el colectivo. Los estudiantes resilientes perciben como estímulo motivacional tanto a los amigos como a las instituciones y
su influencia en el fomento de
iniciativas pro-jóvenes (Torres & Ruiz, 2013),
al interior de diversos grupos
sociales se producen
vínculos que inciden
en la conexión emocional con
el entorno (APA, 2014), la contención psicoafectiva de otros individuos contribuye a una vida satisfactoria (Pérez-Escoda, 2013) y la
procedencia cultural, el medio de creencias y costumbres en las que una
persona se desenvuelve determinan su bienestar
(Monardes, González-Gil, & Soto-Pérez, 2011) resultante
de la asunción de un rol pro-resiliente. La medida de bienestar poblacional se rige según las conexiones interpersonales, el compromiso cívico y la buena gobernanza (OECD, 2017),
indicadores de integridad ciudadana
para viabilizar resiliencia y, por ende,
calidad de vida. En la interacción social con la comunidad se genera un estrecho nexo relacional que influye en el nivel de afrontamiento conjunto
evocando resiliencia ante las amenazas como agente facilitador de calidad de vida óptima.
En tercer lugar, la constitución de un grupo sólido que posee
vínculos consanguíneos donde
se han forjado
relaciones de confianza
y empatía recíproca
confiere la seguridad para autorregularse ante cada
contratiempo y enfrentar la realidad
presente (Grotberg, 2006). La crianza
asertiva de parte de una figura con quien unen
lazos de apego permite desarrollar un ciclo de vida equilibrado (Barudy & Dantagnan, 2011) para reforzar
rasgos resilientes en la estructura familiar. Asimismo, el simbolismo de las relaciones interindividuales se distigue
según las situaciones vivenciadas por cada uno posibilitándoles un enfoque más
positivo (Obando, Villalobos, & Arango, 2010) en aras de bienestar;
y la tolerancia de los propios impedimentos
y del ambiente conlleva a cultivar una visión optimista
para redimensionar las carencias y sobresalir (APA, 2014) promoviendo resiliencia y
satisfacción personal para favorecer
la funcionalidad familiar. Contar
con las condiciones materiales necesarias para la
subsistencia en la vida familiar
influye en el potencial resiliente de uno
mismo y su familia (PNUD, 2014); repercutiendo
en la calidad
de vida y desarrollo sustentable del medio en su conjunto (Cantú-Martínez, 2015).
En cuarto lugar, los estudiantes resilientes mantienen un firme compromiso en el cumplimiento de sus asignaciones académicas, traducido en la certeza
de sus habilidades y competencias para llevar a cabo un desempeño efectivo (Villasmil, 2010),
evidenciado en la motivación
intrínseca que el conjunto de los estudiantes evaluados
reportó en un 84% como incentivo para cursar sus estudios. El dinamismo de un clima
institucional positivo entre
compañeros, docentes y autoridades está asociado a una
postura resiliente y su correlación
significativa con un buen rendimiento de
los educandos (Gallesi & Matalinares, 2012). Las estrategias de resiliencia alineadas a la formación de los jóvenes
en etapa educativa
incrementan su autoeficacia en cada tarea por sobre su
complejidad (Villasmil, 2013), incidiendo en la disminución de aquellos factores
que interfieren en su aprendizaje (Cáceres & Ccorpuna, 2015) y consecuente inserción en el campo laboral (Alonso-Aldana, Beltrán- Márquez,
Máfara-Duarte, & Gaytán-Martínez, 2016);
por lo tanto, los estudiantes resilientes se predisponen a calidad de vida. La obtención de logros y destacar al interior del círculo académico
proporciona un referente
para proyectarse a futuro en aras de un desenvolvimiento idóneo en cualquier
ámbito de la vida (Velasco,
Suárez, Córdova, Luna, & Mireles,
2015). A su vez, el perfil del docente, se configura como el agente principal para transmitir a
los jóvenes un carácter resiliente,
impulsando destrezas creativas y
autodisciplina (Aguaded & Almeida, 2016), para cimentar una vida estable, cuya calidad deviene de su condición
instrumental (Nava, 2012); contribuyendo a atender
los actuales índices de educación reportados
en la región Cajamarca (Ministerio de Educación del Perú, 2017) que requieren posicionarse
como punto focal para la mejora
educativa local.
En quinto lugar, los medios de comunicación son cruciales en la formación de la
cultura, que por medio de la
resiliencia empodera a los ciudadanos para
resignificar los prejuicios hacia ciertos grupos sociales, de manera que se comprenda, desde una perspectiva sistémica-ecológica, cómo al
interior de una comunidad se determina en el curso
de la vida el efecto de mantener
una actitud resiliente para alcanzar calidad de vida general (Ruiz-Román, Calderón-Almendros, & Juárez, 2017)
repercutiendo en diversos dominios
del ciclo vital de la población universitaria joven.
Dichos medios tienen
por objetivo que los individuos desarrollen una
conciencia crítica para el cambio
social, fuente importante resiliencia (Obando, Villalobos, & Arango, 2010), a fin de modificar
patrones desdaptativos de conducta que incidan en una vida estable. Tener
la oportunidad de manifestarse y brindar atención a los
demás para llevar a cabo un intercambio compartido es otra fuente sustancial de resiliencia en la interacción humana (Barudy & Dantagnan, 2011), aspecto central en los medios de comunicación masivos. Aquellos sistemas
de apoyo externos a la familia son factores protectores
de los riesgos que exponen los estresores ambientales
(Mateau, García, Gil, & Caballer, 2009),
la accesibilidad a los servicios sociales para atender cualquier
eventualidad promueve la resiliencia (Leiva,
Pineda, & Encina, 2013), como el establecimiento de contacto
con medios de comunicación para custodiar el bienestar colectivo. Los enfoques referidos
a derechos humanos, criterios interculturales y un enfoque
generacional (ONU, 2016) persiguen el desarrollo
sostenible, temáticas actuales que abordan los medios de comunicación contribuyendo a una sociedad más resiliente y con mayor calidad de vida.
En sexto lugar, los estudiantes resilientes sostienen creencias arraigadas en la finalidad
y fundamento de la vida (SENA, 2010),
avizoran el futuro
con esperanza y desarrollan
una visión positiva de su contexto de vida pese
a las desavencias surgidas (Everly, McCormack,
& Strouse, 2012). Los jóvenes
resilientes reflejan una espiritualidad que les concede
autoconfianza y una fe firme por
sobre el grado de dificultad de sus experiencias (Hernández-Holguín, Sánchez, Páez, & Montoya-Vásquez, 2016), reflejado
en todos los estudiantes en estudio que reportaron profesar
una religión; asimismo,
mantienen una sólida convicción para
descubrir en sí mismos mayores fortalezas ante
sus carencias (APA, 2014) y lograr bienestar. También, planifican sus responsabilidades
adquiridas con una respuesta
optimista desde la cotidianidad (Instituto de
HeartMath, 2014), resultado de asumir una postura de fe que redunda en cada área de la vida.
La religión brinda los cimientos para realizar con libertad acciones
decisivas para una calidad de vida sustantiva, con implicancias éticas y externas a la persona (Nava, 2012); por tanto, está asociada a la
resiliencia como evidencian estudios
previos (López, Guevara,
& Quinteros, 2016), y en
ese sentido, a la consolidación de
mejor calidad de vida.
En séptimo lugar, las
personas resilientes aceptan sus impedimientos como incentivo ante graves enfermedades o accidentes para recuperarse
y salir fortalecidas (Michaud
citado en Cyrulnik,
2002) incluso frente a estados
de discapacidad (Federación Española
de Síndrome de Down, 2013), expreso en el 16,3%
de estudiantes con habilidades diferentes que
participaron en este estudio,
siendo el ámbito biológico donde se aplica la resiliencia. Aun en
circunstancias críticas
para la salud los individuos resilientes destacan por el vigor y seguridad para superarlos
y reintegrarse a su vida (Lugo-Márquez et al., 2016), el procurar
una resiliencia actitudinal influye en la protección de las condiciones corporales para obtener una calidad de vida completa.
Se ha reportado prevalencia de adicciones o trastornos psicológicos en individuos no resilientes (Theis, 2003), así como la
incidencia específica de depresión (Turcaz
& Rubio, 2015); sin
embargo, la inversión pública en salud ha probado
ser clave en la implementación de políticas orientadas a la sostenibilidad, bienestar
y satisfacción personal
(OECD, 2017; PNUD, 2016). La resiliencia respecto del rubro salud
permite definir mejoras
a nivel físico
y mental al facilitar un
análisis a largo término de tales condiciones en una población
(Younsi, 2015), pues los
jóvenes resilientes demuestran menor incidencia de intentos suicidas favoreciendo su calidad de vida (Huamán
& Jáuregui, 2015).
El presente estudio se ha enfocado
en una muestra del conjunto
de estudiantes, por lo que siendo la resiliencia
y calidad de vida constructos variables, las
implicancias discutidas deben ser interpretadas con cautela en la población universitaria. Se
propone que investigaciones del tema a futuro se dirijan a variables contextuales, como el cuerpo docente, técnico
y administrativo, que al estar
en contacto directo con la población
en cuestión permitan advertir otros agentes involucrados
en el fomento de variables psicológicas positivas; así como emplear
una metodología de estudios
de caso para abordar aspectos situacionales individuales
que son cruciales para el desarrollo de resiliencia y, así alcanzar
calidad de vida. La educación enfocada en la calidad de vida de los estudiantes que facilite el aprendizaje para alcanzar
felicidad personal ante la
adversidad (Omar et al., 2011; Saavedra et al., 2015) será determinante en la realización personal, pues se ha demostrado que a mayor resiliencia se accede
a mayor calidad de vida.
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Fecha de recepción:
13 de mayo 2020
Fecha de aceptación:
09 de junio 2020