La solicitud de Santo Toribio por el patrimonio religioso del Perú

Resumen

Cuando vino Juan Pablo II al Perú, su conferencia central a los obispos peruanos versó sobre cuatro
facetas de santo Toribio: su vida de santidad, su compromiso en la formación integral de los nativos, su
apuesta por la comunión e integración y su estrecha vinculación con el Papado. Las cuatro son como
pilares de su vocación y misión de constructor de la Iglesia del Perú. Este santo padre de la Iglesia
de América –en frase de su primer biógrafo León Pinelo- “no perdió su tiempo” y se puso manos a la
obra construyendo la Iglesia, que él denominaba “la nueva cristiandad de las Indias”. Trece sínodos
diocesanos, tres concilios provinciales con sus instrumentos catequéticos como el Catecismo trilingüe
(en castellano, quechua y aymara), las Visitas pastorales, impulsor de instituciones como el Seminario
o el Convento de Santa Clara, organizaciones como nuevas cofradías, parroquias, poblados, durante
25 años, pusieron las bases del actual patrimonio religioso del Perú. Tal patrimonio queda patente en
la cultura de santidad de sus contemporáneos como Rosa de Lima y Martín, a quienes confirmó, Juan
Macías, Francisco Solano y numerosos beatos y siervos de Dios a quienes ayudó. Pero, además en la
construcción de iglesias como la Catedral, conventos como Santa Clara, y las numerosas parroquias
y capillas, cofradías y doctrinas, dispersas por todo su dilatado territorio arzobispal.